Quinta Semana de Cuaresma


Quinta Semana de Cuaresma


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro, en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo. Amén

En la lectura del evangelio de hoy veremos la historia de una mujer que ha sido descubierta cometiendo un pecado gravísimo contra la ley de Dios. Esta mujer es expuesta ante Jesús por quienes la sorprendieron y Jesús es cuestionado. Quienes la juzgaban hablaban de matarla (según la tradición que tenían en esa época), pero, Jesús les abre los ojos y les muestra que ninguno de ellos es digno de juzgarla y condenarla, porque, así como ella, ellos también tenían pecados. Jesús también muestra que el único que pudiera juzgarla es El, sin embargo, Él no la condena, le da su perdón y le pide que no vuelva a pecar nunca más.

Oración Inicial

Dios todopoderoso, ayúdanos a evitar condenar a quien se equivoca, a quien peca contra la sociedad y contra nosotros. Ayúdanos a no compararnos con otros creyendo que de alguna manera sus errores pesan mucho más que los nuestros. Ayúdanos a no juzgar y condenar a otros, si no dejar todo en tus manos. Danos, Señor un corazón misericordioso para que, como tú, podamos perdonar a quienes se equivocan y no condenarlos a la murmuración, al odio, al resentimiento, al rechazo, a la muerte en vida. Perdónanos, Señor por las veces que hemos juzgado y condenado a nuestro prójimo, hoy dejamos en tus manos a todo aquel a quien hayamos condenado por su error en el pasado. Obra tú en esa persona y ayúdame a perdonarla si aún no he podido hacerlo.

Por Jesucristo nuestro Señor,

Amen

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?” Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”.

–Juan 8, 1-11

Reflexión

Imagínate por un momento esta escena que vivió Jesús, esta mujer y los hombres que la acusaban. Ponte en los zapatos de cada uno de los personajes de este pasaje. Empieza con la mujer, ella fue sorprendida cometiendo un pecado mortal, un pecado que espiritualmente la hacía perder completamente la comunión con Dios y que físicamente al ser descubierta podría ser condenada, avergonzada y asesinada. ¿Cómo crees que ella se sintió al equivocarse y verse descubierta? Seguramente sintió vergüenza, miedo, arrepentimiento y señalamiento, ya que todos estaban sobre ella. ¿Ahora ponte en los zapatos de los que la encontraron y acusaron, ¿cómo se estaban sintiendo ellos? Quizás estaban llenos de ira, de indignación, de orgullo (pensando en que ella pecó, pero no viendo sus propios pecados) y ahora imagina a Jesús ¿Qué hizo Él? Jesús no recriminó a la mujer por lo que hizo y de hecho en ese momento Él ignoró a los acusadores. Luego con respeto les respondió que aquél que no tuviera pecado empezará lanzando la primera piedra, sabiendo que todos tenían pecados. Así, uno a uno se fueron alejando de la escena y al final quedándose Él (que era el único que no tenía pecado y tendría derecho de hacer algún juicio) la perdona y le pide que no vuelva a pecar más.

Jesús en este pasaje nos da una gran lección de lo que significa la misericordia de Dios y nos muestra que sólo él tiene en sus manos la capacidad de hacer un juicio limpio y justo.  Todos somos pecadores y caemos, no tenemos derecho de recriminar el pecado del otro, porque nosotros nos hemos equivocado y no sólo una vez, muchas veces. De ahora en adelante a ejemplo de Jesús evitemos juzgar a quien se equivoca y condenarlo. Abramos el corazón y pidámosle a Dios la gracia de llenarnos de compasión y amor por aquel que se equivoca.

Reflexión escrita por Marcel

Reflexiona …

  • ¿Cual es tu primera reacción cuando alguien se equivoca?
  • ¿Qué puedes aprender de la actitud que Jesús tuvo en este pasaje?
  • ¿Cómo podrías ser más misericordioso/a en tu vida diaria?

Compromiso para esta semana

  • RECONOCE que todos podemos equivocarnos en cualquier momento.
  • DETENTE la próxima vez que alguien se equivoque. No reacciones en base a tus emociones, haz oración y pídele al Espíritu Santo que te ayude a ver a esta persona como Dios la ve.
  • PERDONA y ten misericordia de aquel que se equivoca. Si está en tus manos dale un consejo, como Jesús le aconseja a esta mujer que no peque más.
  • ORA por la persona que se equivocó o pecó, pide a Dios que te ayude a perdonarla y que Él la perdone también.

Oración Final

Señor ayúdanos a ser lentos al juicio y la condenación y a ser rápidos en el perdón y la misericordia. Cuando estemos viendo únicamente el error de nuestro prójimo recuérdanos que nosotros también nos hemos equivocado y tú nos has perdonado. Haz nuestro corazón más a semejanza del tuyo, para que llevemos tu amor y tu paz aún en los momentos en que más nos hayan lastimado y herido. Perdona tu Señor a través de mi a las personas que he juzgado y condenado, que he aislado y arrancado de mi vida después de que me hirieron. Toma tu todas esas personas en tus manos, perdónalas y ayuda a sanar mi corazón de los malos recuerdos.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

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